En la historia de la Copa del Mundo, si bien el fútbol es un deporte de equipo, existen contadas ocasiones en las que la actuación individual de un jugador ha sido tan colosal que ha definido el destino de su selección. Tres nombres sobresalen por encima del resto, cada uno con una narrativa distinta, pero unidos por la capacidad de elevar el juego a un nivel de arte, ya sea con un genio irreverente, el nacimiento de una estrella o una despedida dramática.
Diego Maradona: La obra maestra de 1986
La actuación de Diego Armando Maradona en el Mundial de México 1986 es unánimemente considerada como la más grande de un jugador en la historia del torneo. Maradona no solo fue el capitán, sino el corazón y alma de una selección argentina que, de un equipo bueno, pasó a ser un campeón del mundo. Su dominio sobre el balón era tan absoluto que se adueñó del torneo, marcando el ritmo de cada partido y deslumbrando con una habilidad técnica inigualable.
El punto culminante de su talento fue en el partido de cuartos de final contra Inglaterra. En un lapso de solo cuatro minutos, el argentino anotó dos de los goles más famosos de la historia. El primero, conocido como la "Mano de Dios", fue una jugada polémica que el propio jugador describió con una audaz sinceridad. Maradona expresó que, cuando vio que el balón iba hacia arriba, "se me ocurrió una idea; meter la mano y meter la cabeza, cuando caigo no sabía en donde estaba la pelota hasta que la vi en la red y empecé a gritar gol". Solo instantes después, anotó el "Gol del Siglo", en el que regateó a cinco jugadores ingleses desde el mediocampo, dejando a la defensa rival sin opciones y demostrando su genio puro.
Pelé: El nacimiento de una leyenda en 1958
La llegada de Pelé al Mundial de Suecia 1958 fue el anuncio del nacimiento de un astro global. Con solo 17 años, el joven brasileño se presentó en el torneo lesionado y sin jugar los primeros partidos, pero una vez que entró al campo, cambió por completo el destino de la selección. Su aparición en las rondas de eliminación fue una exhibición de poderío ofensivo y creatividad.
Primero, anotó el único tanto en la victoria de cuartos de final contra Gales, y luego, en la semifinal contra Francia, dejó al mundo asombrado con un memorable hat-trick. Su actuación culminó en la final, donde marcó dos goles contra Suecia, incluyendo una obra maestra en la que le hizo un sombrerito a un defensor antes de rematar. Años más tarde, Pelé reflexionaría sobre ese momento con el Diario AS, afirmando que de los cuatro Mundiales que jugó, "el primero fue el más especial porque no me lo esperaba, porque tenía 17 años. Afortunadamente comencé con Brasil como campeón”.
Zinédine Zidane: La despedida con drama en 2006
El regreso de Zinédine Zidane para su último Mundial con Francia fue una de las historias más emocionantes y, a la vez, trágicas del fútbol. Después de un inicio lento en la fase de grupos, el mediocampista elevó su nivel de juego en las rondas de eliminación. En octavos, marcó un gol decisivo contra España y, en cuartos de final, dio una lección magistral contra Brasil, orquestando cada ataque con una visión de juego que desmontó la defensa rival.
En la final contra Italia, Zidane mostró una sangre fría inquebrantable al anotar un penalti a lo 'Panenka', picando el balón en el centro de la portería. Sin embargo, su actuación de ensueño terminó de forma dramática cuando fue expulsado por dar un cabezazo a Marco Materazzi. El cuarto árbitro de aquel partido, Medina Cantalejo, recordó el momento al afirmar que le dijo al principal “que Zidane le ha dado un cabezazo a Materazzi. Supongo que algo le tuvo que decir para que hiciera eso”. A pesar de la derrota de Francia en los penaltis, la épica actuación de Zidane en 2006 es recordada como una de las más inspiradoras y, a la vez, dramáticas de la historia del Mundial.
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