La carrera de Éric Abidal, un defensa titular clave en el F.C. Barcelona, marchaba sobre ruedas cuando de repente se topó con un rival que no estaba en la cancha: una enfermedad grave. Su historia es de esas que inspiran a cualquiera, no solo a los amantes del fútbol. Demostró que toda la disciplina y la voluntad que se necesitan para jugar en la élite se pueden usar en una lucha épica por la vida y, lo que parecía imposible, para volver a jugar al más alto nivel.
El cáncer que interrumpió la época dorada
El golpe que frenó la carrera de Abidal ocurrió justo cuando el F.C. Barcelona de Pep Guardiola estaba en la cima. En marzo de 2011, al jugador le diagnosticaron un tumor en el hígado. La noticia sacudió al mundo del fútbol, pero hubo un respiro después de una primera cirugía. Lo sorprendente es que, solo dos meses después, Abidal ya estaba levantando la copa de la UEFA Champions League en Wembley; un verdadero símbolo de su primera victoria personal.
Pero el momento más duro llegó en marzo de 2012, cuando el tumor reapareció con un pronóstico mucho peor. Los médicos fueron claros: la única forma de salvar su vida era con un trasplante de hígado. Esta decisión obligó al defensa francés a dejar su carrera en stand-by de forma indefinida y a centrarse totalmente en su salud, dejando claro que el fútbol pasaba a un segundo plano.
El trasplante: sacrificio y gratitud familiar
El camino de Abidal para recuperarse fue una auténtica odisea que exigió un sacrificio personal y familiar enorme. Un detalle que le añade un peso emocional gigantesco es que el donante del hígado fue su primo, Gérard Armand, un acto de generosidad que selló un profundo vínculo.
La operación fue exitosa, pero la recuperación fue brutal. Un trasplante de hígado no es solo superar una cirugía mayor; es luchar contra una debilidad extrema, el riesgo de rechazo del órgano y la necesidad de tomar medicación inmunosupresora de por vida. El simple hecho de pensar en volver a entrenar a nivel profesional, con las exigencias del fútbol de élite, era algo que los médicos veían como muy improbable.
Regreso y legado
El regreso de Éric Abidal al césped se convirtió en uno de los momentos más emotivos del deporte, simbolizando la victoria de la voluntad sobre el destino. Tras más de un año de lucha y rehabilitación, Abidal recibió el alta médica y volvió a jugar un partido oficial el 6 de abril de 2013, entrando de cambio en un partido de Liga contra el Mallorca. La ovación atronadora del Camp Nou fue un reconocimiento global a su coraje.
Su lucha fue aún más conmovedora por el paralelismo con su entonces entrenador, Tito Vilanova, quien también estaba peleando públicamente contra el cáncer. Abidal se convirtió en un faro de esperanza y resiliencia para el club, superando incluso sus propias expectativas. “La victoria de volver no era necesariamente jugar,” expresó Abidal al recordar el proceso. “Me imaginaba terminando la temporada jugando algunos partidos, pero terminé siendo titular en la Champions League.” Su historia es un testimonio de la disciplina y la fuerza mental necesarias para superar una crisis mortal y volver a la cima.
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