Ricardo Montaner reveló un deseo personal que mantuvo por años: entablar una relación de amistad y colaboración con su colega Franco de Vita. El artista fue directo al admitir: “Siempre quise tener una amistad cercana, por ejemplo, con Franco de Vita, y nunca lo logré”. Montaner describió al también cantautor venezolano como una persona “muy hermético”, lo que, según su relato, le impidió acercarse. El intento fue más allá de lo personal; Montaner incluso lo invitó a cantar juntos y en algún momento se llegó a conversar sobre la posibilidad de realizar giras conjuntas, pero estos proyectos nunca se materializaron.
El Retrato de una Época
La confesión sobre Franco de Vita sirvió a Montaner para pintar un retrato más amplio y poco halagüeño de la industria musical venezolana durante su auge en la década de los 80. El cantante afirmó que en esa “plena época dorada del pop venezolano” no existía un sentido de comunidad entre los artistas. “No sentí como el compañerismo, todo lo contrario, los egos son tan jorobados que no permiten esa cercanía”, explicó. Montaner reflexionó que, cuando todos eran considerados “ídolos”, era extremadamente difícil ver una relación genuina y desinteresada entre ellos.
Los Managers
Montaner fue más allá al señalar que, en muchos casos, la raíz del problema no estaba únicamente en los artistas. Según su experiencia, los representantes o managers jugaron un papel crucial en fomentar la distancia y la competencia. “Hubo mucho desencuentro cuando los managers entran y muchas veces los egos de los managers son más grandes que los egos de los artistas”, declaró. Esta dinámica, aseguró, fue lo que finalmente impidió que sucedieran colaboraciones que, de otro modo, “hubiera sido hasta muy bonito para el público”.
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