Un impactante acto de vandalismo sacudió el corazón del catolicismo el pasado viernes, cuando un hombre de 40 años, de nacionalidad rumana, irrumpió en la Basílica de San Pedro y causó daños en su icónico Altar Mayor.
El suceso tuvo lugar alrededor de las 10:30 a. m., cuando el individuo –cuya identidad no ha sido revelada por razones legales– se dirigió directamente al Altar mayor, situado bajo el majestuoso Baldaquino de Bernini. En apenas unos minutos, derribó seis candelabros de bronce del siglo XIX, valuados en aproximadamente 30.000 euros cada uno, siendo considerados piezas de gran valor histórico y artístico. Además, intentó arrancar el mantel de lino que cubre el altar .
La Gendarmería Vaticana actuó de inmediato, reduciendo al agresor en cuestión de minutos y evitando daños mayores. Tras su detención, fue trasladado a la comisaría del Vaticano para su identificación y procesamiento.
Matteo Bruni, director de la Oficina de Prensa del Vaticano, señaló que el atacante es "una persona con una grave discapacidad mental", una declaración que ha abierto el debate sobre la seguridad en lugares sagrados y el trato a individuos con problemas de salud mental.
Este suceso recuerda a otros similares ocurridos también en la Basílica de San Pedro. En 2019, un hombre de 50 años fue detenido tras subir al altar y lanzar al suelo un candelabro, y en 2023 otro hombre subió al altar mayor y se desnudó.
¿Qué pasó con el sujeto luego de ser detenido?
A pesar de la gravedad del ataque, el hombre fue puesto en libertad poco después, lo que ha generado controversia. Sin embargo, las autoridades están evaluando prohibirle la residencia en Roma como medida preventiva.
Este incidente ha puesto en tela de juicio los protocolos de seguridad en la Basílica de San Pedro, especialmente considerando que es uno de los sitios más visitados del mundo, con millones de peregrinos y turistas cada año.
Además, el ataque ocurrió en plena celebración del Jubileo de la Esperanza 2025, un evento que ha incrementado la afluencia de visitantes, y la facilidad con la que el agresor accedió a un área tan sensible ha generado preocupación entre los fieles y las autoridades vaticanas.
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