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Rusia-Ucrania: el conflicto que mantiene al mundo en alerta

Miércoles, 16 de febrero de 2022 a las 08:46 am
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Un posible choque de fuerzas entre Rusia y Ucrania mantiene encendidas las alarmas en todo el mundo.

La escalada de tensión entre ambos países podría representar una colisión internacional de magnitudes incalculables, como lo advierten potencias occidentales.

A pesar de los anuncios de Moscú, que niegan alguna intención de invadir el territorio ucraniano, además del repliegue de una parte de las tropas rusas, el gigante eurasiático continúa con las maniobras militares en la frontera.

El Ministerio de la Defensa ruso anunció este martes que las unidades de los distritos militares del oeste y del sur, comenzarían a volver a sus bases.

Ante la retirada de las tropas, que estaban desplegadas a lo largo de la frontera con Ucrania desde hace unos meses, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) señaló que podría representar un cambio positivo.

El secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, declaró que se vislumbran señales para un “optimismo cauto” por las muestras del Kremlin a tomar la vía democrática.

Sin embargo, no percibe que se produzca una desescalada real.

El interés por el territorio ucraniano

El interés histórico de Rusia por el territorio ucraniano proviene de muchos años en el pasado, más allá de la era soviética, nació en la época del zarismo.

La atención de los rusos hacia su país vecino se “da por la necesidad del Gobierno de recuperar un prestigio y mantener lo que, se podría decir, ‘su patio trasero’”, así lo explicó el internacionalista Luis Daniel Álvarez.

Detalló que Ucrania es un país de gran importancia estratégica, en cuya región se desarrollan “proyectos gasíferos y proyectos de armas”.

Además es el país que podría imponerse como obstáculo a las intenciones de los rusos de ejercer una mayor influencia sobre otros países de Europa.

En ese sentido, el experto argumentó que el Kremlin mantiene su “interés y visión” de sostener un tutelaje de la región, es decir, un mayor control en su entorno.

Debido a ello “es que se pudo evidenciar como Rusia financió la dictadura de Aleksandr Lukashenko”, actual presidente de Bielorrusia.

Asimismo, como parte de su estrategia de expansión, el mandato de Vladímir Putin, “manda tropas a reprimir los movimientos que piden libertad en Kazajistán”.

Estos movimientos obedecen a la intención rusa “de erigirse como un actor fuerte en diversos conflictos, como el que existe en Armenia y Azerbaiyán. Tiene una posición de fomentar divisiones en algunos países”.

A diferencia de épocas anteriores, Rusia no actúa “sobre la base de tratar de ocupar un territorio por medio de la fuerza”, explicó Álvarez.

En cambio, los rusos buscan exacerbar contradicciones internas para propiciar una ruptura en los países sobre los que tienen interés. “Se centran en factores internos que puedan quebrantar la estabilidad”, resaltó.

De este modo, hayan la oportunidad para ofrecer su colaboración a esos territorios para una resolución de los conflictos y, una vez que los países logran independizarse, piden su adhesión a la Federación de Rusia. “Así aumentan su territorio y dominio”, puntualizó.

El legado de Rusia

El Kremlin, además está firme en su argumento de conservar un legado en sectores rusoparlantes con los cuales mantienen una relación cultural, una “idiosincrasia rusa”.

Algunos países como Abjasia y Osetia del Sur, Crimea, Moldavia, y Transnistria se muestran acordes a este discurso, de tal modo que alegan tener el deseo de acercarse nuevamente a Rusia.

“Afirman tener una mentalidad rusa, entonces se habla de defender un legado y una cultura. Y por eso intentan, hasta cierto punto, expandirse”, acotó Alvarez.

A su parecer “el problema de países como Ucrania, Abjasia y Osetia del Sur, entre otros; es que se dividen en corrientes prorusas y proeuropeas, y este es un factor que ha marcado el desarrollo” del conflicto.

“No hay una visión unánime interna. Hay gente que recuerda con gran fascinación el comportamiento ruso, Moldavia es un caso, ese país está unido geográficamente a Rumania, ahí hay sectores que quieren acercarse más a europa y otros que quieren parecerse a Rusia”

Casos como el de Moldavia son propicios para la injerencia rusa, según explicó Álvarez. Señaló que “han intentado el mismo juego, por ejemplo, en Grecia”.

Ucrania y la OTAN

Una circunstancia que propondría un escenario contraproducente para el Kremlin, sería la respuesta de Ucrania y una posible alianza con la OTAN.

“Para los rusos no es conveniente que los ucranianos actúen, y menos que puedan buscar una alianza con la OTAN”, comentó el también politólogo.

Reiteró la importancia de Ucrania como territorio estratégico para la expansión del dominio ruso.

Explicó que el país representa un límite, en el caso de territorios que desean unificarse con Rusia, como lo es Transnistria.

“El problema es que la frontera de Transnistria es con Ucrania y no con Rusia. Pero, existe en ese país una nostalgia por el modelo ruso en unos sectores, por la fuerza rusa y la estabilidad que los rusos les brindaban” aclaró Álvarez.

Entonces, Ucrania determina una barrera entre Rusia y el occidente.

“Hablamos de un país muy grande con una tradición y un tema energético importante, que puede ser un muro que evitaría que los rusos sigan jugando como juegan en Grecia, en Italia, como pueden intervenir en la política de Austria”.

Es decir, Ucrania evita que los rusos ocupen otras entidades, o se ubicen en instancias de mayor poder.

“Entonces Rusia se interesa en que Ucrania sea otra ficha para ellos, es un país con algún nivel de desarrollo y les conviene a los rusos que se quede con ellos”.

Riesgos de una posible guerra

La presencia de la OTAN interfiere con los planes de Moscú, pues una alianza con Ucrania, podría ser un freno definitivo, de allí la posibilidad de que se produzca una medición de fuerzas.

Si bien es complejo calcular el riesgo que representaría una confrontación en armas entre la OTAN y Rusia, Álvarez estima que “todo contribuye a un balance negativo”.

“Hablamos de una realidad en la que entra el armamentismo nuclear; donde entran las apetencias y los aliados”.

Un escenario de guerra en el que participen Europa,  los Estados Unidos y países socios de Rusia, como China, podría desencadenar conflictos que van más allá de la frontera rusa-ucraniana.

“Se debe pensar en qué pasara en cuanto a los asuntos entre China y Taiwán, qué pasará con otras zonas europeas y qué pasará con países latinoamericanos. Sería un conflicto catastrófico”, expresó.

Mencionó que el gobierno chino asumió “en una postura neutral”, que podría enmascarar alguna intención para actuar sobre Taiwán, mientras la Comunidad Internacional se enfoca en la tensión de Rusia y Ucrania.

Estados Unidos

El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, ha sido claro en que su país actuará, solamente, en caso de que haya una incursión.

Biden ha demostrado “ser muy frontal en algunos casos, pero ha cedido en otras ocasiones”, apuntó Álvarez.

“Eso tiene una razón de ser, y es que el presidente norteamericano sabe los problemas que puede implicar una guerra”, dijo.

Países como Reino Unido, Francia, Alemania, Portugal, entre otras entidades europeas, también se oponen a una batalla.

Estos países buscarán “por cualquier medio de evitar una guerra porque saben lo catastrófico que puede ser”, aseveró.

Otra variable que consideró, serían las posibles estrategias de Rusia con sus aliados en Latinoamérica. Además de la posición que tomen países como Irán y China.

“Habrá que ver si la oposición china está realmente sustentada o es una retórica pragmática de costumbre”, refirió.

Una bravuconada más de Putin

Un declive económico y los señalamientos contra el mandato de Vladímir Putin son factores a considerar ante cualquier avance de Rusia.

Ante las dificultades que atraviesa el país, expertos dudan sobre su capacidad para sostener una guerra.

“¿No será una bravuconada más de Putin?”, es una hipótesis que cobra fuerza entre expertos sobre la tensión entre los dos países.

“Putin no tiene legitimidad, tiene el mando y la fuerza, pero no tiene legitimidad”, afirmó Álvarez.

El politólogo enfatizó que el gobierno del Putin “está señalado por violar los derechos humanos, menoscabar las libertades y perseguir disidentes. Todo eso representa variables”, que pueden jugar en su contra.

“¿Tienen el músculo para avanzar? Tal vez no. Entonces, Putin solo querría mostrar los dientes para que conseguir algo” que le permita quedarse en el territorio vecino, infirió el experto.

Aclaró que “esa es una hipótesis que se da, pero si alguno da un paso en sentido hacia la guerra, entonces las consecuencias pueden ser lamentables”.

Zarismo de la nueva era

El internacionalista se refirió a Vladímir Putin, señaló que “la gente dice que Putin ni siquiera es un viejo líder de tradición soviética, sino que es un zar, por esa intención de apropiarse de otros terrenos”.

Sin embargo, aseguró que el primer mandatario ruso debe “tener mucho cuidado con la manera”, en que realiza sus movimientos.

“Ya no estamos en una era de control, como ocurrió en la Primavera de Praga en el año 1968”, ilustró el experto.

En aquel entonces, los tanques del pacto de Varsovia, de la Unión Soviética y sus aliados “aplastaron el elemento de quiebre en Checoslovaquia”, relató.

Reiteró que el núcleo del conflicto con Ucrania se trata de la búsqueda de “expansión de la supremacía y la influencia rusa en la región; el control de Rusia en todos los países y sociedades que hacen vida en ella”.

Rusia ya ha ganado

Por su parte, Rusia cumpliría con protegerlos o sustentarlos desde el punto de vista militar. “Esos son contratos, son negocios, son elementos de asesoría” dijo.

Tal es el caso de Bielorrusia, Kazajistán y zonas de Ucrania que se han independizado.

Álvarez consideró que “los rusos ya ganaron algo”. Explicó que en todo el mundo “se dice que las tropas rusas están cerca de ucrania. Y ya asumen eso como un hecho. Pero, resulta, que están en Crimea, que es una de estas zonas que ellos consiguieron que se independizara y pidió su anexión a Rusia o tienen interés de anexarse”.

Enfatizó que “Crimea no es Ucrania” y, a su juicio, esa es una evidencia de que “los rusos consiguieron su objetivo”.

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