Jackson Pedron, de 41 años, lleva las cicatrices de un pasado marcado por la violencia. Un asalto en Caracas le arrebató una pierna, lo que le dejó con una discapacidad que lo acompañaría por el resto de su vida. Sin embargo, el dolor físico no se comparaba con la angustia que sentía por su familia, su esposa Carolina Hidalgo y sus cuatro hijos.
Debido a carencias, falta de oportunidades y la incertidumbre sobre el futuro tomaron la decisión de abandonar Venezuela en busca de un horizonte más prometedor. En 2018, la familia se mudó a Colombia, pero recibieron presuntas amenazas de muerte, las cuales les dejaron claro que no estaban a salvo.
Un camino para una vida mejor
Por tal motivo, a principios de 2023, tomaron la decisión de emprender un viaje arriesgado hacia Estados Unidos. Dicha travesía comprendía una caminata durante más de dos meses y, atravesaron siete países, enfrentando condiciones extremas y peligros inimaginables.
El tapón del Darién, una selva entre Colombia y Panamá, fue particularmente difícil: "Apenas podía caminar por las selvas llenas de restos humanos", recuerda Pedron, con una expresión de dolor que refleja la dureza del recorrido.
No obstante, al llegar a México, tuvieron que recurrir al transporte "La Bestia", un tren de carga que recorre el país y que el venezolano describe como "una película de terror, pero en la vida real". Durante el viaje, se quedaron sin dinero y sin documentos.
Riesgos con una meta
Tras sumarse a la travesía, la familia llegó a El Paso, Texas, donde se entregaron a las autoridades de inmigración. Desde allí, fueron trasladados a Chicago, donde comenzarían una nueva vida en diciembre de 2023.
Asimismo, la llegada a Estados Unidos trajo consigo la posibilidad de mejorar su situación. En Chicago, más de 24 años después de conocerse, Jackson y Carolina se casaron en el juzgado del condado de Cook: "Queríamos seguir adelante", comentó el hombre.
A pesar de las innumerables dificultades que enfrentaron, su determinación de construir un futuro mejor para ellos y sus hijos los llevó a cruzar fronteras, luchar contra obstáculos y finalmente encontrar refugio en un nuevo hogar.
Asilo en Estados Unidos
Finalmente, en la actualidad la familia vive en un refugio en el barrio de Little Village, mientras espera una resolución a su solicitud de asilo. Pedron recibió una nueva pierna ortopédica que le permitió recuperar cierta movilidad:
“Puedo tomar la mano de mi hija más pequeña mientras la llevo a la escuela, algo que no pude hacer con mis hijos mayores. Le prometí a mi hija una habitación”, concluyó.
Con información La Nación
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