La diáspora criolla es solidaria. Muchos venezolanos que salieron a otros países huyéndole a la crisis económica, social y política que se vive en la tierra del Salto Ángel no han dejado mal a sus parientes o amigos.
“La cosa es dura. Ser extranjero es difícil, sobre todo en el ámbito económico. A veces no contamos con la seguridad laboral, pero honradamente se consigue. Le acabo de enviar 100 dólares a mi madre para que resuelva un poco en Navidad”, comenta Luis Alejandro Aguirre, quien se encuentra en Perú desde hace cuatro años.
Aguirre es comunicador social graduado en la Universidad Santa María, tiene 42 años y 18 graduado. Se fue en “busca de una mejor calidad de vida” para él y su hija de 13 primaveras. Actualmente trabaja en una panadería y le “va bien. Gracias a Dios”.
Asegura que a la mamá de su niña siempre le deposita algo. “Trato de que todos los meses le llegue una mesada. Incluso le envié un celular inteligente a mi beba como regalo de Navidad. Aprovecho que hay muchos peruanos que viajan a Venezuela. Ellos también te cambian los soles por bolívares”.
Él sabe que en esta época los gastos son mayores y por eso, aunque está separado, siempre es solidario con su ex y en especial con su retoño.
Remesas por doquier
Un caso parecido es el de Anna Fernández, quien se encuentra en Ecuador. Es periodista graduada de la Universidad Católica Santa Rosa. Corrió con la suerte de poder ejercer su carrera en esas tierras. Ella goza de estabilidad laboral y siempre tiene la oportunidad de ayudar a su abuela materna, que fue quien la crío desde niña.
Fernández dice que es más rentable “mandarle plata que esas famosas cajas. Yo le envío dinero. Que ella compre lo que necesita. Es mejor así. No siempre puedo, porque acá tengo gastos, pero trato de depositarle entre 50 a 100 dólares cada dos meses”.
Ana Celeste Gómez, de 65 años, vive en Los Flores de Catia (Caracas). Su hijo, Ángel Ruíz Gómez, se fue para Chile hace cinco años aproximadamente y desde hace tres, siempre le transfiere dinero para sus cosas.
“Me dijo que me iba a dar una sorpresa. Me depositó dinero para que hiciera las hallacas y para otros gastos. Los últimos tres diciembres he hecho plato navideño gracias a él”, dijo entre sollozos la señora Ana.
Edward Hernández está en Argentina. Emigró en enero de 2016. Es ingeniero en computación de la Universidad Alejandro Humboldt. “Tengo un buen trabajo, gracias a Dios. Dejé en Venezuela a mi exesposa y a mi chamo. Todos los meses les paso plata. El cumpleaños se lo celebraron, en parte, con el dinero que le doy. Para esta Navidad le transferí para que le compraran una bicicleta y para otros gastos”.
Hernández sabe que la “cosa está dura en Venezuela. Yo gozo de estabilidad y ya tengo un apartamento tipo estudio, alquilado. En vacaciones me quiero traer a mi pelado. Siempre estoy pendiente de él, de mi madre y de mi hermana. Con mi ex me la llevo bien, pero no me la quiero traer”, dice entre risas a través de un mensaje de voz por WhatsApp.
Beneficiados
Otro caso es el de Isabel Morales, una beneficiada de las remesas. Ella cumplió el 2 de diciembre. Vive acá en Venezuela. Aunque no le va mal, quería celebrar su aniversario de vida con sus familiares cercano, pero el presupuesto no le daba. Su hermana, que está en España, le colaboró con un poco de dinero y así pudo compartir con su mamá y su hermano.
Además, Morales dijo que su hermana le depositó para hacer las multisápidas, “comprar el pan de jamón y otras cositas”.
Métodos y formas de remesas
¿Cómo hacen los venezolanos en el extranjero para hacerle llegar a sus familiares o amigos el dinero? Hay muchas maneras. Unas más formales que otras. En Chile, dada la cantidad de venezolanos queriendo enviar dinero a sus familias, crearon una agencia que se llama Chile Exprés.
Las personas van hace un depósito y ellos transfieren la cantidad de dinero deseado, pero quitan un porcentaje. “Cada vez lo suben más”, dice Ruíz Gómez. Además, agrega que también usa Pay Pal, Zelle o una Visa o Mastercard prepagada para que sus familiares puedan utilizar en Venezuela.
En Ecuador se destaca Wester Union, también cobra una comisión, las personas que reciben la ayuda pueden cobrar el dinero presentando su cédula de identidad. Esta agencia trasnacional tiene convenio con el Grupo Zoom, que es la encargada de finiquitar la transferencia al banco del beneficiado.
Anna Fernández cuenta que en ese país hay locales con la bandera de Venezuela, una señal típica para aquellas personas que quieran hacer llegar divisas a sus seres queridos. “Uno va al local, le dice el monto. Ellos sacan su porcentaje y le transfieren directamente desde una cuenta venezolana”.
De Argentina es casi el mismo proceso. Hernández acota que el procedimiento es casi parecido al de otros países. “Yo prefiero usar Zelle, pues mi ex tiene esa aplicación. Para mis familiares es distinto. No me gusta PayPal, porque siempre cobran por cualquier movimiento. Pero conozco alguien acá que me hace la segunda, yo cambio pesos argentinos por dólares, se los doy a él y él le transfiere a la persona que yo le diga al valor del dólar en Venezuela. No me cobra nada porque somos amigos”.
Hablan los expertos
Manuel Orozco, director del Centro para la Migración en Creative Associates, sostiene que el envío de remesas a Venezuela se mantiene en franco crecimiento. Desde 2018 -y en coincidencia con el incremento de migrantes venezolanos en la región- el número de hogares que dependen del dinero de familiares en el exterior aumentó del 5% en 2016 al 35% en 2021.
En una entrevista para Voz de América, el experto afirmó que “el inmigrante envía remesas de acuerdo con dos cosas, sus niveles de ingresos y los costos de vida en el país de origen”.
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