El bronceador y el contorno son dos productos clave en el maquillaje porque ayudan a realzar y equilibrar los rasgos del rostro. El bronceador aporta calidez y un efecto de “piel besada por el sol”, evitando que el maquillaje se vea plano o apagado. Con su aplicación estratégica, se logra un aspecto saludable, luminoso y natural, ideal para dar vida a la piel después de aplicar base y polvos.
Por otro lado, el contorno cumple una función más estructural: permite definir y esculpir el rostro mediante sombras sutiles que afinan facciones, destacan pómulos, reducen ópticamente el tamaño de la frente o afinan la nariz. Esto genera una armonía visual que resalta la belleza individual sin necesidad de recurrir a cambios drásticos.
En conjunto, bronceador y contorno equilibran dimensión y calidez, haciendo que el maquillaje luzca profesional y favorecedor, resaltando los rasgos naturales de cada persona.
Cómo y dónde usarlos
En el maquillaje, aunque el bronceador y el contorno pueden parecer similares, cumplen funciones distintas y se aplican en diferentes zonas del rostro para lograr un acabado definido pero natural, afirma el portal somosohlala.
Los expertos aseguran que el contorno sirve para esculpir y dar dimensión al rostro. Se usa con tonos más fríos o neutros, ya que simulan sombras naturales. Se aplica justo debajo del hueso del pómulo, hacia la oreja; también en la línea de la mandíbula; los laterales de la frente; y los lados de la nariz. Es importante difuminar bien para evitar líneas marcadas.
Por otro lado, el bronceador tiene como objetivo aportar calidez y dar un efecto “sunkissed” al rostro. Sus tonos suelen ser cálidos: dorados, terracota o caramelo, con acabados mate o satinados. Somosohlala indica que se coloca en las zonas altas donde naturalmente golpearía el sol: parte alta de los pómulos; el centro de la frente, cerca de la línea del cabello; parte superior de la mandíbula; y en el puente y dorso de la nariz.
Para un efecto natural, primero se aplica el contorno, ya que define la estructura facial; luego el bronceador, para aportar ese toque de luz y calidez. Además, elegir el tono adecuado es clave: el contorno debe ser uno o dos tonos más oscuro que tu piel, pero sin caer en colores demasiado cálidos; el bronceador debe ser cálido, sí, pero cuidado con los tonos demasiado anaranjados que puedan generar manchas.
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