Existen diversos estudios que demuestran que la alcachofa es, en realidad, la flor de un cardo cuyas partes comestibles son las zonas carnosas de las hojas y el corazón, el cual es el elemento principal para elaborar recetas.
Pero, la alcachofa es más que un alimento sabroso. Desde la década de los años treinta, médicos y científicos realizan pruebas más profundas con esta planta destacando sus beneficios con fines medicinales.
La alcachofa y la salud
No solo puede utilizarse para corregir algunas enfermedades, sino también para prevenir otras, por lo que es muy común encontrarla en diversos compendios terapéuticos.
Para aprovechar sus propiedades curativas, es necesario cocinar y separar el líquido resultante para ingerirlo a modo de té.
Es un recurso natural ideal para prevenir y tratar diferentes afecciones metabólicas, como el colesterol alto. Resulta de gran ayuda para solucionar problemas de naturaleza hepática y biliar.
Además, restaura los daños causados por infecciones y cuadros obstructivos y protege al hígado.
Es común que se prescriba en el tratamiento de cuadros de inflamación aguda o crónica.
En los diferentes tipos de hepatitis que puedan presentarse y como coadyuvante en casos de intoxicación causada por alimentos o, incluso, por los efectos de algunos medicamentos.
Beneficios
Además, resulta ser un excelente digestivo, ya que sus agentes funcionan como activos en las secreciones gástricas, por lo que se recomienda cuando hay falta de apetito o por padecimientos causados por una digestión deficiente.
Ahora bien, si asociamos dos de los principales atributos de la alcachofa: como suave laxante, tenemos, entonces, que recurrir a ella para dietas de control de sobrepeso resulta muy favorable.
Para las personas que sufren de diabetes pueden incluirla en su dieta, ya que tiene un dentro de sus componentes inulina, un hidrato de carbono que se transforme en fructuosa.
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