La cistoscopia es un procedimiento médico que permite al médico examinar el interior de la vejiga y la uretra utilizando un cistoscopio, un tubo delgado con una cámara en el extremo. Este examen se utiliza para diagnosticar diversas afecciones urológicas y es especialmente útil cuando otros métodos, como análisis de orina o ecografías, no proporcionan suficiente información.
Hay varios motivos por los cuales un médico podría recomendar una cistoscopia. Uno de los más comunes es la presencia de sangre en la orina (hematuria), que puede ser un signo de infecciones, cálculos renales o, en casos más graves, de cáncer de vejiga. Si has notado sangre en tu orina, tu médico podría sugerir una cistoscopia para investigar el origen del problema.
Otro síntoma que podría justificar una cistoscopia es el dolor o ardor al orinar (disuria). Aunque este síntoma a menudo está relacionado con infecciones del tracto urinario, si persiste después del tratamiento o si no se encuentra una causa clara, una cistoscopia puede ser útil para descartar otros problemas, como una obstrucción o estrechamiento en la uretra.
También podrías necesitar una cistoscopia si tienes dificultades para orinar o si experimentas incontinencia urinaria. En estos casos, el examen puede ayudar a determinar si hay alguna obstrucción, crecimiento anormal o debilitamiento de los músculos que controlan la vejiga.
Además, si tienes un historial de infecciones urinarias recurrentes que no mejoran con el tratamiento estándar, el médico podría usar una cistoscopia para examinar el revestimiento de la vejiga y descartar condiciones crónicas o infecciones más profundas.
Si experimentas alguno de estos síntomas, una cistoscopia puede ser necesaria para diagnosticar y tratar eficazmente tu condición.
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