La desesperanza es una sensación que provoca en el ser humano pensamientos sesgados y poco realistas de que nada bueno nos va a ocurrir.
En otras palabras, es una emoción que genera tristeza, preocupación, culpa, decaimiento, e incluso puede acarrear episodios de ansiedad y depresión.
“No hay nada que yo pueda hacer”, “para qué intentarlo si sé que no saldrá bien”, “esto es por mi culpa”, “yo no merezco eso porque soy así”, son solo algunos de los pensamientos de quienes viven en la desesperanza.
Si están pasando por tu cabeza frases como estas, es momento de hacer un proceso de revisión y evitar que esto pase a mayores y afecte tu bienestar.
¿Qué es la desesperanza?
Es el sentimiento de no encontrar alternativas de solución ante una determinada situación o de no tener expectativas de futuro y que van en detrimento del bienestar emocional de la persona. Es la falta de esperanza, un estado de ánimo en e que se desvanece la esperanza desde todo punto de vista.
En este sentido, es un sentimiento que generalmente le sigue a un hecho de trascendencia. Se cree que es el estado de ánimo que predomina previo a la tentativa o al acto suicida.
Según los expertos en el cuidado de la salud mental, la desesperanza es agotamiento mental, emocional y conductual. Es estar cansado de tantas decepciones y tristezas acumuladas.
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¿Cómo afecta?
Generalmente la desesperanza se caracteriza por una visión pesimista, de queja continua y hasta de culpabilidad que se puede proyectar en los demás.
Cuando la persona se siente desesperanzada se revierten los sentimientos displacenteros sobre si mismo y sobre los demás y el futuro.
Por otra parte, se tiñe de negro los pensamientos de la persona y le puede empujar a la depresión o al suicidio.
En conclusión, cuando la desesperanza se hace presente apaga las ilusiones y motivaciones, y poco a poco la persona se vuelve más vulnerable a los trastornos emocionales.
¿Qué hacer?
Lo importante es reconocer lo que se está sintiendo y hablarlo con un amigo o un especialista.
También conviene centrarse en pensamientos optimistas, en momentos felices y otros en los que hemos conseguido sobreponernos a las dificultades. Para ello se recomienda no dejar de lado las obligaciones del día a día ni los hábitos saludables que proporcionan bienestar, como el deporte y la relajación.
Además, resulta fundamental enfocarse en el refuerzo positivo, en hacer actividades que distraigan y reporten gratificación.
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2023-09-28
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