Los neutrófilos son un tipo de glóbulo blanco (leucocito) esencial para el sistema inmunológico, encargado de defender el organismo contra infecciones bacterianas y otros patógenos. Estos glóbulos blancos representan la mayoría de los leucocitos en el torrente sanguíneo y son los primeros en responder cuando se detecta una infección o inflamación.
Se producen en la médula ósea y una vez en circulación, pueden moverse rápidamente hacia áreas de infección donde fagocitan (ingieren) y destruyen bacterias y otros microorganismos invasores.
Valores estables
En un análisis de sangre, el recuento de neutrófilos es uno de los indicadores clave de la salud inmunológica. Los valores normales de neutrófilos varían, pero generalmente se consideran normales entre 1500 y 8000 neutrófilos por microlitro de sangre. Sin embargo, estos valores pueden variar según la edad, el sexo y el estado de salud del individuo.
Tener los valores de neutrófilos altos, una condición conocida como neutrofilia, puede indicar una respuesta del organismo ante una infección aguda, como una infección bacteriana o viral. Esto se debe a que el cuerpo incrementa la producción de neutrófilos para combatir la infección.
Además, la neutrofilia puede ocurrir por razones no infecciosas, como el estrés físico o emocional, la inflamación crónica, el uso de ciertos medicamentos, el tabaquismo o enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide. También puede estar relacionada con condiciones más graves, como ciertos tipos de cáncer, particularmente leucemias y linfomas, que afectan la médula ósea y la producción de glóbulos blancos.
Es importante interpretar los valores elevados de neutrófilos en el contexto de otros síntomas y estudios diagnósticos. Si un análisis de sangre muestra neutrofilia, un médico podría realizar pruebas adicionales para identificar la causa subyacente, incluyendo estudios para detectar infecciones o inflamaciones específicas.
En algunos casos, la neutrofilia puede ser temporal y resolverse una vez que la causa inicial desaparece, como en el caso de una infección leve. Sin embargo, en otras situaciones, podría ser necesario un tratamiento más complejo si la causa es una enfermedad subyacente más seria.
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