El estornudo es un reflejo natural del cuerpo que ayuda a expulsar partículas irritantes de la nariz. Aunque parece inofensivo, en algunas situaciones puede representar riesgos para la salud si no se realiza correctamente o si se intenta suprimir.
Uno de los principales peligros de estornudar es la presión ejercida sobre el cuerpo. Un estornudo puede viajar a velocidades de hasta 160 km/h, generando una gran fuerza en la nariz, garganta y senos paranasales. Si se bloquea o se contiene, la presión puede redirigirse hacia los oídos y los ojos, lo que podría causar daño en los vasos sanguíneos o incluso perforación del tímpano en casos extremos.
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Además, retener un estornudo puede provocar una lesión en el diafragma o incluso una ruptura de vasos sanguíneos en el cerebro, lo que llevaría a un derrame cerebral en personas con condiciones preexistentes. También puede aumentar la presión intraocular, lo que podría ser peligroso para personas con glaucoma.
Otro problema es la propagación de gérmenes. Un estornudo sin cubrir puede dispersar microbios a varios metros de distancia, favoreciendo la transmisión de enfermedades como la gripe o el resfriado común. Por eso, es importante cubrirse con el codo o un pañuelo al estornudar.
En casos raros, un estornudo muy fuerte puede provocar una fractura de costilla, especialmente en personas mayores o con osteoporosis. También se han reportado casos de desgarros musculares o desplazamientos de vértebras debido a la fuerza del estornudo.
Por último, el acto de estornudar mientras se conduce puede ser peligroso, ya que provoca una breve pérdida de control del vehículo. Un estornudo inesperado puede desviar la atención del conductor y aumentar el riesgo de accidentes.
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